No hay duda, el mundo está de cambio bajo el liderazgo de Donald Trump. Recordemos: anuncia aranceles para todos; quiere una Riviera en Gaza sin gazatíes; busca hacerse con Groenlandia (que es parte de Dinamarca, es decir, de la UE); habla de Ucrania sin Ucrania ni Europa; cita a Canadá como otro estado más de EE.UU.; el Golfo de México ahora es el Golfo de América (Google Maps ya lo ilustra); apunta al canal de Panamá ¡y lo que queda!, visto lo visto.
El mundo está de cambio, ay, y España, periferia de Europa, empieza a ver con otros ojos su relación privilegiada con América Latina, cada vez más relevante en un momento de incertidumbre en el que la UE busca su norte sin hallarlo, aún.

Mapa de América de Diego Gutiérrez, 1562.
Porque se sabe que los intereses de España son, en esencia, europeos. Este es su principal mercado y es también de donde vienen la mayoría de las leyes que nos rigen. España, dicho de otra forma, es un ingrediente más en una salsa europea que sin embargo a menudo se corta si se trata de dar con una política exterior unitaria. Aquí Ucrania es solo el último ejemplo. Y ante ello, hoy, España mira a América Latina, que siempre estuvo ahí, sigue ahí, y apunta a ir a más.
Ahora, además, adquiere un nuevo sentido. Hablan los datos.
Se sabe, se nota que comparada con hace solo veinte años, la actividad empresarial española en el extranjero se ha multiplicado. Hablamos de miles de millones de euros y dibuja un mapa en el que destaca la relación con la fábrica del mundo (China), con otras en crecimiento (India), con los vecinos europeos del mercado común y, en particular, América.
México, Colombia, Chile, Perú y Brasil son los principales mercados latinoamericanos para España. Y no es casualidad. Dominan regiones geopolíticas y económicas clave de América Latina (América del Norte y Central, la zona andina y el Cono Sur sin olvidar al gigante brasileño) y, según el Informe de Inversión Española en Iberoamérica 2024 de IE en colaboración con Casa América, el 76% de las empresas españolas ya presentes han planeado aumentar sus inversiones en la región como no lo planean en otras. Tampoco para el caso europeo. Así, el 82% de las grandes empresas y pymes esperan aumentar aquí su negocio como no lo esperan en la UE (se reduce al 66%), EE.UU. y Canadá (63%), Asia (54%) y África (24%).
Y quizá más llamativo aún: el caso latinoamericano es el único que ve un crecimiento continuo en la previsión de inversiones y facturación de las empresas españolas en los últimos tres años. Tampoco es casualidad.
Hoy por hoy el mercado latinoamericano es crucial para varios sectores españoles. Allí está la banca española (especialmente Santander y BBVA), empresas de telecomunicaciones (aunque Telefónica haya vendido recientemente su negocio en Argentina), de transportes (Iberia, CAF), seguros (Mapfre), energéticas (Repsol, Red Eléctrica), alimentarias (Borges), de seguridad (Prosegur), de servicios legales y consultoría (entre otros, Cuatrecasas), cadenas hoteleras (Riu, Meliá), espaciales (Hispasat) y un muy extendido etcétera.
¿Y cuál es su principal interés? Frente al antiguo estilo extractivo y colonial o el nuevo chino que adquiere recursos como la soja de Brasil, el 67% de las empresas citan el acceso a su mercado interno. Apenas el 33% y 27% señalan su mano de obra cualificada y sus materias primas, respectivamente. Se profundiza, así, en una relación que parece más centrada en obtener beneficios sobre el terreno que en la vieja dominación, creando, en consecuencia, interdependencia más que dependencia.
Y lo dibuja sobre el mapa casi como ningún otro el sector de la construcción de infraestructuras, un puntal que genera 25.000 millones de euros en ingresos:
- En Europa, África y Asia estos son sus principales proyectos:
- Ahora bien, en América destaca su número y envergadura:
Y es que en importación y exportación Europa se lleva la palma (cuenta el 74% de las exportaciones españolas y algo más de la mitad de las importaciones) y en cierta manera Asia (7,8% de las exportaciones pero el 21,5% de las importaciones). América Latina apenas representa poco más del 5% de las exportaciones e importaciones españolas. Su frente no es ese. Sí, en cambio, estar en su relevante mercado local. Y tiene consecuencias. Por ejemplo, el que el 70% de las empresas descarten que China pueda representar un problema de competencia. Si acaso, más bien es un cliente. E incluso al mirar a EE.UU. se piensa, sobre todo, desde el prisma de la dificultad de exportar a ese mercado desde México y otros países latinoamericanos dada la nueva política arancelaria emprendida por Trump.
¿Cuál es su principal miedo? Igual: dice mucho sobre la forma en que España ejerce aquí sus intereses. La inestabilidad política interna la citan el 84% de las empresas presentes por encima de las relaciones bilaterales con España. Luego cerca del 50% menciona la inflación y la inestabilidad en el tipo cambiario (lo que se refleja claramente en la reciente salida de Telefónica de Argentina.)

Escena de la serie 'Patria', basada en el libro homónimo de Fernando Aramburu y emitida por HBO en España.
Pero eso no es todo.
Hay más datos que indican que en la integración e interdependencia creciente entre los dos lados del Atlántico hispanohablantes importan, sobre todo, las personas. Por ejemplo, el éxito de series de televisión españolas en América Latina como La Casa de Papel, Élite, e incluso Patria (sobre el conflicto vasco, lo que sigue sorprendiendo al que escribe esto, precisamente del País Vasco). Antes con programas familiares como Los Serrano. Para todos la audiencia de Chile, Argentina, Colombia o México son claves en su éxito. Y une.
Luego está la educación, porque aunque la red española en Latinoamérica no llega al nivel de los liceos franceses que inundan el globo, sí hay una vasta red de institutos españoles en América Latina: uno solo de titularidad estatal, en Colombia, y muchos de propiedad dual, siguiendo el mismo fin de cooperación con las organizaciones locales.
En el fondo, con todo, siempre aparece la inmigración latinoamericana en España, que juega hoy a todas luces un rol esencial al hacer de puente entre dos continentes separados por un océano más allá de lo que logran unir los intereses económicos.
Los números son claros: España aumenta su población incluso respecto a nuestros vecinos europeos y principalmente lo hace por la inmigración. Desde el 2022 hasta hoy ha ganado más de un millón de personas y en su mayoría son de origen en Latinoamérica, con colombianos, venezolanos y peruanos como grupo más numeroso.
El resultado es que sobre un 10% de la población española ha nacido en América Latina y va a más. En Madrid el número de latinoamericanos supera, de hecho, el millón y son ¡uno de cada siete madrileños! cuando hace 20 años eran menos de 100.000.
Parte del por qué lo explicó Enric Juliana en su newsletter Penínsulas: “Sus condiciones legales son más favorables respecto a las de otros extranjeros, tanto para la entrada como para los procesos de naturalización, lo que ayuda a esos recién llegados a conseguir mejores trabajos y derechos rápidamente, acortando los plazos de integración.”

Plaza Mayor de Madrid, kilómetro cero a menudo también para Latinoamérica.
La consecuencia es que Madrid, hoy, suena a veces lo que durante tiempo ha representado Miami: un nuevo faro latinoamericano.
Eso sí, con límites claros que hablan más que nada de historia. Por ejemplo, cuando México, el país con más hablantes de español, una potencia latinoamericana junto con Brasil y Argentina, choca con España al exigir disculpas oficiales por la conquista y no recibe respuesta alguna. Es decir, cuando España, en vez de mediar como uno entre iguales, intenta jugar como potencia o es percibida como tal. Venezuela es otro caso parecido y reciente.
Y sin embargo, pese a los baches, el vínculo iberoamericano va a más en la economía como en la sociedad hasta redibujar un viejo mapa iberoamericano en el que el vínculo principal hoy se basa en la interdependencia.
Contrasta con la falta de brújula europea actual.
España, una península, la periferia de Europa, está lejos de ser una potencia global en un nuevo mundo de gigantes que va a más, pero también de quedar aislada. Hoy por hoy tanto la economía como la población española crece con un marcado acento latinoamericano e igual lo hace su influencia exterior indirecta mientras la Commonwealth liderada por el Reino Unido parece cojear y Francia observa cómo la Françafrique da pasos atrás, como ilustra la progresiva retirada de sus tropas:
A España por ahora le funciona. La población crece. La economía crece. La interdependencia crece. ¿Pero hasta cuándo? Nadie lo sabe. Está lejos de ser un modelo. Pero por ahora funciona.